El primer cortometraje de la directora venezolana Marianne Amelincks y el primer corto que comentamos en el Kinosalon. Se rodó en 2016.
No siempre propio de los cortometrajes son las escenas compactas con una unidad constante en los 13 minutos que dura el cortometraje. Miras altas a las que Amelincks aspira y que consigue alcanzar. Estas escenas nos llevan al mundo adolescente de una chica y nos relatan una experiencia puntual. Es un cine sugerente, con gestos profundos. Una cámara filmando desde lo alto, planos llenos de contenido, el viento en las banderillas, unos focos apagados, el agua de la piscina en absoluta calma.
Una pincelada de vida adolescente, una pérdida, un atreverse a saltar.
Una última escena, ¿Llueve o llora la vida? No importa. ¡Sigue! ¡Salta!
Un principio que dura 13 minutos. El de Amelincks y su cine.
